¿Qué es la resiliencia?
Hay momentos en los que suceden cambios inesperados y estresantes, que suponen un terremoto en nuestra vida. Estos cambios ponen a prueba la nuestra habilidad de
afrontar nuevos retos: en definitiva, de ser capaces de responder, recuperarnos y readaptarnos a las nuevas situaciones.
Precisamente, eso es lo que conocemos como resiliencia: la capacidad de hacer frente a situaciones difíciles, de transformar el dolor, la incertidumbre o la frustración que podemos estar sintiendo, en fuerza para enfrentarse a la adversidad. Además, es tener la habilidad de recuperarse y salir fortalecidos de los contratiempos, adaptándonos, aprendiendo y creciendo con los mismos.
¿Qué tiene que ver esto con nuestro bienestar? Cuando hablamos de resiliencia, también nos referimos a la capacidad de mantener o de recuperar la salud mental a pesar de vivir experiencias adversas, y adaptarnos a aquellos cambios repentinos en nuestra rutina.
La resiliencia no es un rasgo. Más bien, podríamos decir que se trata del repertorio de habilidades, estrategias y recursos que nos ayudan a adaptarnos. Por ejemplo, rodearnos de personas que son una fuente de apoyo, tiene un gran efecto en el desarrollo de la resiliencia. En este mismo sentido, que en una familia los vínculos sean estables y seguros, protege a los niños de multitud de maneras diversas que, de por sí, no se encuentran disponibles en el repertorio de afrontamiento de los niños y niñas.
Como si de un escudo mágico se tratase, una familia presente y disponible proporciona a los niños y niñas un gran apoyo y protección a la hora de enfrentarse a los obstáculos que se va encontrando a medida que va creciendo.
¿Qué no es la resiliencia?
Entonces, ¿ser resiliente significa no experimentar estrés ni sufrimiento? Desde luego que no. Cuando somos resilientes también podemos experimentar estrés, frustración, dolor y otras emociones desagradables (como la rabia o el miedo). En ese caso, la clave es apoyarnos en nuestras fortalezas, recursos y redes de apoyo para hacer frente a los problemas, superarlos y resolver los contratiempos.
¿Por qué es importante cultivar la resiliencia?
La resiliencia empodera a las personas para aceptar las dificultades, adaptarse a las nuevas situaciones y salir adelante.
Como vemos, la resiliencia es importante, ya que facilita el proceso de superación frente a los momentos complicados. Del mismo modo, nos ofrece a las personas la fuerza emocional necesaria para sobrellevar las dificultades.
En este sentido, la investigación sugiere que las personas con resiliencia, capacidad de afrontamiento e inteligencia emocional, son más propensas a tener un mayor bienestar y satisfacción en la vida que aquellos con una resiliencia menos desarrollada.
Por el contrario, cuando no contamos con un repertorio de estrategias resilientes tendemos a sentirnos más abrumados o incómodos ante una situación compleja. Y esto, lejos de ayudarnos a gestionar esta situación, podría aumentar las posibilidades caer en estrategias de afrontamiento poco saludables como asilarnos, negar los problemas, refugiarnos en actividades, que a medio y largo plazo no nos producen bienestar.
La buena noticia es que la resiliencia se puede aprender y ejercitar.
¿Cómo desarrollar la resiliencia en nuestros hijos?
Estas estrategias no pretenden ser una fórmula mágica que resuelva cualquier problema, ya que a veces las soluciones pueden ser más complejas. Si encuentras dificultades a la hora de realizarlos, o consideras que necesitas apoyo especializado, no dudes en contactar a un profesional de la psicología. Pedir ayuda siempre es una fortaleza.
Los niños y niñas se enfrentan a multitud de retos y situaciones complicadas a medida que van creciendo, como puede ser empezar el cole, hacer nuevos amigos, sacar “malas notas”, que les rechace la persona que les gusta o incluso experiencias más complicadas como recibir bullying.
Cultivar la resiliencia desde que son la infancia, puede ayudarles a aprender a manejar el estrés y los sentimientos de incertidumbre o frustración de manera eficaz.
Para ayudarles a cultivar la resiliencia, es fundamental que se expongan y experimenten ciertas adversidades a medida que vayan desarrollándose, de manera adaptada y siempre desde el reto. Por ejemplo, involucrarles en cómo resolver un problema sencillo y adaptado a su edad puede ser una manera en la que hagamos de modelo de afrontamiento.
De esta forma, podrán ir construyendo recursos para hacer frente a este tipo de situaciones y aprenderán cómo gestionar los sentimientos que estas dificultades pueden desencadenar en ellos. En este enlace, os dejamos una guía sobre la resiliencia dirigida a familias y profesorado en la que se explica en cada etapa vital, cómo favorecer el desarrollo de la resiliencia en nuestros hijos e hijas.
LEER GUÍA APA PARA MÁS INFORMACIÓN
IGUALDAD DE GÉNERO:
Siendo coherentes con el valor de la igualdad de género, todas las denominaciones que en el presente documento se refieren a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido reemplazados por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente en género femenino, masculino o no binario, según el género de la persona que los desempeñe.
Si encuentras dificultades personales y consideras que necesitas apoyo especializado, no dudes en contactar con nuestro equipo de psicólogas en Retiro (Madrid). Pedir ayuda siempre es una fortaleza.
Bibliografía
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