La paradoja de la búsqueda de la felicidad
En la actualidad, vivimos rodeados de mensajes optimistas a ultranza. “Tú puedes lograr todo lo que te propongas”, “si quieres, puedes” o “No tienes más que desearlo para conseguirlo”. Incluso, hemos crecido con frases de nuestro entorno, que, con una buena intención nos decía cosas como “mira el lado positivo” y “todo es la actitud con la que te enfrentas a las cosas”.
Sin embargo, este tipo de frases llenas de optimismo, que buscan motivarnos y “lograr todo lo que nos propongamos” como podría ser encontrar la felicidad, más que acercarnos a ella, nos alejan. Esto es lo que entendemos por “positivismo tóxico”: mensajes vacíos, optimistas a ultranza y alejados de darnos una visión real de nuestras necesidades, nuestros objetivos y nuestros recursos disponibles para alcanzarlos.
¿Cómo puede ser esto?
Son frases que gustan, ofrecen soluciones fáciles a problemas difíciles, motivan, empoderan y animan a cambiar de actitud para solucionarlo todo. Y el problema, es que no todo es una cuestión de actitud.
Este tipo de mensajes, de alguna manera, cargan de toda la responsabilidad de nuestra felicidad en nosotros mismos, y cuando no logramos alcanzarla, nos sentimos frustrados y culpables. O aún peor, nos enfadamos y recurrimos a nuestra querida amiga la autocrítica, para darnos con el látigo por no haberlo logrado. ¿Moraleja? En lugar de validar nuestros sentimientos de malestar (que son inherentes a ser humanos), nos sentimos culpables por no estar “haciendo o intentando lo suficiente”.
Al final, en un afán de intentar alcanzar la felicidad, acabamos evitando o enmascarando los sentimientos menos agradables (lo cual no es saludable) actuar bajo la premisa de “si estás mal es porque quieres” ¡nada más alejado de la realidad!
Las emociones desagradables, son igual de importantes que las agradables, forman parte de nosotros y de nuestra vida. A diferencia de lo que nos han enseñado desde pequeños, la forma de construir e integrar sanamente estas emociones es identificarlas y validarlas, darles su espacio, comprendiendo y acompañando a la persona, lo que genera un gran alivio.
El miedo a la mediocridad: ¿tenemos entonces que conformarnos y no aspirar a ser más felices?
Para nada. La clave reside en distinguir conformarnos de comprometernos. Tener una actitud optimista a ultranza cimentada en mensajes vacíos nos hace poco precisos. Y la precisión es fundamental a la hora de acercarnos a nuestros objetivos.
Ser conscientes de nuestras capacidades y recursos disponibles (tiempo, energía, apoyos, etc.) nos ayudará a ajustarnos a lo que tenemos para así desarrollar una estrategia y acercarnos a la meta. Y de este modo, comprometernos de manera realista y eficaz a lograr lo que esté en nuestra mano. Por eso, lejos de conformarnos con la mediocridad, lo que hacemos cuando nos mandamos mensajes realistas y ajustados de manera precisa es acercarnos de manera comprometida a la meta.
La vida no es perfecta, ¿es posible entonces la felicidad?
Malas noticias: nos han vendido la idea de una vida perfecta llena de felicidad y hemos caído totalmente en la trampa.
La realidad es que lo que creemos que nos acerca a lograr la felicidad, a menudo, nos impide alcanzarla. ¿Cómo es esto posible?
El problema radica en que las creencias que existen sobre cómo alcanzar la felicidad son, paradójicamente, las mismas que alimentan el círculo vicioso en el que cuanto más tratamos de alcanzarla, más sufrimos en el proceso.
Buscamos constantemente una felicidad ideal, sin momentos malos, y en esa búsqueda nos perdemos. Puede que incluso hayamos logrado la felicidad que buscábamos hace años, pero al estar tan obcecados con lograr esa “vida perfecta”, no apreciamos lo que tenemos, y sentimos que nunca es suficiente, por lo que siempre queremos más y más. Lo que hace que parezca imposible alcanzar el resultado deseado.
Las buenas noticias son que hay esperanza, y estamos a tiempo de reconocer esta “trampa de la felicidad” y aprender cómo salir de ella.
Antes de llegar a eso, conviene entender por qué algo que es tan ansiado por todos los seres humanos, es tan complejo de lograr.
¿Por qué es tan difícil alcanzar la felicidad?
A lo largo de los años, nuestra mente ha evolucionado para protegernos y ayudarnos a sobrevivir en un mundo lleno de peligros, por lo que, el objetivo de alcanzar la felicidad nunca ha sido su prioridad.
Para entender qué factores pueden estar saboteando nuestra búsqueda de la felicidad vamos a hacer un recorrido por la historia:
- Si echamos la vista atrás y pensamos en los seres humanos prehistóricos, ¿cuáles eran las necesidades básicas para sobrevivir y mantener la especie? Comida, agua, refugio y reproducción. Por ello, el cerebro prehistórico venía programado con un sistema que priorizaba el “que no te maten”. De tal forma que se anticipaba o evitaba cualquier potencial riesgo para la supervivencia. Después de miles de años de evolución, nuestro cerebro sigue programado de esa manera y constantemente está anticipando y buscando peligros potenciales. Dichos peligros han cambiado, y ahora el cerebro ya no nos advierte de ser comido por depredadores, si no del peligro de ser despedido, rechazado, de no poder pagar las facturas, de no encajar con la gente… ¿Cuál es el resultado? Acabamos destinando mucho tiempo a preocuparnos por cosas y situaciones que normalmente no llegan a suceder nunca.
- La pertenencia al grupo era otro mecanismo de supervivencia de los humanos primitivos, ya que mientras estemos rodeados, el depredador no puede alcanzarnos. ¿Cómo nos protege nuestra mente del rechazo del grupo para garantizar no quedarnos solos? Comparándonos con los miembros de nuestro grupo y planteando preguntas como ¿soy tan bueno como los demás? ¿estoy contribuyendo lo suficiente? En nuestros días, esto se traduce en preocuparnos por si le gustamos a los demás y en qué manera podemos mejorar para encajar mejor en el grupo. Además, al tener acceso a redes sociales, ahora nos comparamos también con las y los famosos y nuestra mente más sofisticada, es capaz de fantasear con la persona ideal imposible de alcanzar que nos gustaría ser, y compararla con la real que somos. ¿Cómo repercute esto en nosotros? El resultado es que acabamos sintiendo que no somos lo suficientemente buenos.
- La mentalidad prehistórica también giraba en torno a una regla general para el éxito: “cuanto más, mejor”. Cuantas más armas y más sofisticadas, más comida puedes cazar y mejor sobrevivirás en momentos de escasez. Cuantos más hijos tengas, más oportunidades tendrá de subsistir la especie. ¿Por qué nos sorprende entonces que nuestra mente haya evolucionado a estar continuamente buscando más? más dinero, más amor, más satisfacción laboral, un coche mejor, un mejor físico…
Cuando logramos todo esto, nos sentimos satisfechos por un tiempo, corto, y más pronto que tarde, acabamos queriendo más. Al final, nuestra mente está diseñada para compararnos, fijarnos continuamente en lo que nos falta e imaginarnos los terribles y catastróficos escenarios que podrían darse (y que luego seguramente, no acaban sucediendo)
¡Qué raro que nos cueste tanto alcanzar la felicidad!
Entonces, ¿de qué se compone la felicidad?
La felicidad tiene dos componentes:
- Por un lado, hace referencia a la búsqueda de placer y satisfacción, que son sentimientos agradables. Sin embargo, como todos los sentimientos, no duran demasiado, al igual que el malestar (por suerte). Por mucho que intentemos mantenernos en esos sentimientos, son transitorios y no duran para siempre. Por todo esto, una vida en continua búsqueda de esas sensaciones será insatisfactoria, ya que tan solo podremos disfrutarla por un tiempo muy pequeño.
- Por otro lado, (y opción que es más satisfactoria) pretende lograr una vida plena y llena de sentido y propósito. ¿Qué sucede cuando dirigimos nuestras acciones hacia lo que realmente es importante y valioso para nosotros? ¿Cuándo clarificamos qué es lo que queremos en la vida y actuamos acordemente? El resultado es un enriquecimiento de nuestras vidas. Se vuelven plenas y llenas de significado, y experimentamos una intensa sensación de vitalidad. Es en un sentido profundo, una vida bien vivida. Esta vida, obviamente nos ofrecerá un montón de sentimientos agradables, pero también experimentaremos momentos incómodos y desagradables. Si vivimos una vida plena, se espera que sintamos intensamente todas las emociones humanas, ya que es algo implícito en el ser humano.
Una vida bien vivida implica dolor, no hay forma de saltarse esta parte. Como seres humanos, tenemos que enfrentarnos antes o después a la enfermedad, a perder relaciones valiosas, a rechazos, decepciones, errores y en algún momento a la muerte. Todo esto lo que quiere decir es que, de una forma u otra, todos vamos a experimentar pensamientos o sentimientos dolorosos.
Estrategias para vivir una vida plena
Las buenas noticias son que, aunque no podamos evitar ese dolor, sí que podemos aprender a gestionarlo mejor, para hacerle hueco y crear una vida que merezca la pena vivir.
Para ello podemos dividir este proceso en 3 partes:
- El primer paso es aprender cómo nos quedamos atrapados en la trampa de la felicidad. No se puede escapar de ella si no sabemos cómo funciona.
- Cambiar la manera de relacionarnos con los pensamientos y emociones dolorosas, en lugar de evitarlos o intentar eliminarlos. Aprenderemos a experimentar el dolor o sufrimiento de manera que se reduzca su impacto y, por tanto, que disminuya la influencia sobre nuestras vidas.
- En lugar de ir en busca de pensamientos o sentimientos de felicidad, habrá que centrarse en crear una vida rica y llena de sentido. Esto nos proporcionará un sentimiento de vitalidad y plenitud que será profundamente satisfactorio y perdurable.
Te recomendamos la lectura que nos ha inspirado a escribir este artículo: Harris, R. (2010). La trampa de la felicidad. Planeta.
Si quieres continuar explorando este viaje lleno de posibilidades, puedes contactar con nosotras y te guiaremos en el proceso.
Estas estrategias no pretenden ser una fórmula mágica que resuelva cualquier problema, ya que a veces las soluciones pueden ser más complejas. Si encuentras dificultades a la hora de realizarlos, o consideras que necesitas apoyo especializado, no dudes en contactar a un profesional cómo nuestro equipo de psicólogas en Retiro (Madrid). Pedir ayuda siempre es una fortaleza.
IGUALDAD DE GÉNERO:
Siendo coherentes con el valor de la igualdad de género, todas las denominaciones que en el presente documento se refieren a personas y se efectúan en género masculino, cuando no hayan sido reemplazados por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente en género femenino, masculino o no binario, según el género de la persona que los desempeñe.